viernes, 4 de septiembre de 2009

Sin Titulo.

Y me cierro,
Para un rato de comunión con mi silencio.

Y me pierdo,
Para ahogarme en un sendero de razones y secretos mientras rezo;
Por el porvenir de una nueva vida,
Por la plegaria que olvide levantar aquel día en misa.

Y me frustro,
Porque no recuerdo porque lo hice,
Porque observo un alma con cicatrices,
Porque me cierro para escuchar lo que me tiene que decir el silencio mientras algunos lloran sin consuelo, jugando con el destino de sus huesos y olvidando escuchar prefiriendo presionar un lugar en la distancia eterna que los agobia aun cuando se redimen en circunstancias dolorosas que cubren con alabanzas que no los hace mejor persona…
Y se queman.

02-09-09

5 comentarios:

MoiZés AZÄÑA dijo...

Yo no me cierro, me encierro en mí mismo y la bulla se torna peor que cualquier suplicio. Mi alma está llena de voces, cada una distinta a la otra, llaman, gritan, imploran salir al mundo y en su lucha destrozan lo que todavía queda de mí.

Azaña Ortega

Gabriela Parra dijo...

Aprende a apaciguar esas voces, ya sea escuchandolas, prestandoles atencion o simplemente gobernandolas.

Como se está en paz con el mundo si por dentro se es un caos?

Saludos! =)

Pablo Villanueva H. dijo...

posees algo de fe para rezar, y eso es algo que muchos -como yo- envidia demasiado.

Cesar Antonio Chumbiauca dijo...

"pero cuando ores, ora en secreto y no seais como los fariseos" (Jesús).

Gabriela Parra dijo...

Pablo: algunas veces no se si es fé lo que tengo, algunas veces no estoy segura de rezar, algunas veces no se si realmente hago algo bueno. Pero solo lo hago, y pude sentirlo.

César: mi estimado!, que frase tan honesta.

Gracias por sus comentarios y por leer este pequeño espacio =)